Más de 1600 personas han asistido a los espectáculos que ha ofrecido la quinta edición de Santander Escénica en abril. En total, se exhibieron once piezas distintas diseñadas por otras tantas compañías de teatro y danza local en siete espacios culturales. Las invitaciones se agotaron en todas las funciones del programa, que continuará en mayo con trece propuestas y concluirá en junio con cuatro nuevas actuaciones.
Organizado por la Fundación Santander Creativa (FSC) y subvencionado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, la programación de abril comenzó el día 2 con el espectáculo de magia para público familiar dirigido por el ilusionista cántabro Raúl Alegría en el Paraninfo de La Magdalena. Una propuesta, “Ver para creer”, que emocionó a mayores y pequeños y sorprendió con nuevos efectos especiales.
El programa continuó al día siguiente, el 3 de abril, con “La Bruja Pinreles II (Cambiando el cambio)”, de Espacio Espiral, un espectáculo que pudo verse en el paraninfo de La Magdalena y que combinó teatro y música para reflexionar, a través del humor y la sencillez, sobre las consecuencias del cambio climático. El 8 de abril, la compañía Compás Modular exhibió en el Café de las Artes “Bilita Mpash”, una propuesta en la que fusionaron música, tecnología y danza para homenajear a la cultura africana y reivindicar el mestizaje.
La Troupe actuó el 10 de abril en el Centro Cultural Doctor Madrazo compartiendo con los asistentes su pieza de danza y performance “De purísima y otro”, una obra que aborda la figura de Santa Teresa de Jesús. Lycanthia interpretó el 15 de abril, en este mismo espacio, “La chica de la estación”, un monólogo de teatro y música para recuperar el cuplé, uno de los géneros musicales más recurrentes en los siglos XVII y XVIII popularizado por mujeres.
Al día siguiente, el 16 de abril, la compañía Quásar Teatro, dirigida por Mónica González Megoya, compartió con los asistentes “El año de Ricardo”, una lectura dramatizada del texto de Angélica Liddell, Premio Nacional de Literatura Dramática en 2012, con la que reflexionó -a través de la historia de Ricardo- sobre las relaciones entre cuerpo y poder, entre lo privado y lo público. No quedaron invitaciones disponibles para “¡Hasta aquí! El alma en el escenario”, de Arte en Escena, el 22 de abril en Madrazo.
Allí, Marta López Mazorra se convirtió en Mimí, una mujer que tuvo que enfrentarse a los estereotipos de género para poder dedicarse al teatro. Más de 300 personas asistieron el 23 de abril al paraninfo de la UIMP para ver “Un intento valiente de representar 30 obras en 1 hora”, la pieza de Trueba y Trueba con la que defendieron, una vez más, el teatro sin ficción, sin mentiras.
En ese mismo espacio, el 24 de abril, Hilo Producciones ofreció “Esto NO es un libro: En verso”, una función pensada para público juvenil y adulto, en la que destacaron textos de dramaturgas de la época silenciadas artísticamente. La programación se trasladó el lunes 29 de abril a Escena Miriñaque y allí, en su sede, esta veterana compañía mostró “Por las buenas y por las malas”, una obra dedicada a “las malvadas” de los cuentos y dirigida al público infantil.
Santander Escénica despidió abril en la Filmoteca de Cantabria Mario Camus, un espacio que se ha sumado a esta iniciativa -por primera vez- y que acogió “Un Dios Salvaje”, de Rita Cofiño Producciones Escénicas, una obra sobre las tensiones, los conflictos y desencuentros entre dos matrimonios aparentemente convencionales.
*Estas imágenes las hizo Javier de la Riva para la FSC durante el espectáculo "Esto NO es un libro: en verso", de Hilo Producciones.